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El Barrio de la Estación: la milla de oro del vino de Rioja

Chiguito, si te gusta el vino, aunque sea solo un poquito para acompañar la comida, quédate. Y si eres de los que se pirra por una buena copa, una charla y un sitio con historia, entonces ponte cómodo, que te voy a contar por qué el Barrio de la Estación de Haro es, sin exagerar, la Champions League de las bodegas.

Y no, no es una de esas zonas que se inventaron para el turismo. Esto tiene más miga que una hogaza de pan.

Todo empezó con un tren y una plaga de bichos

Para entender el origen del Barrio de la Estación, es clave viajar a mediados del siglo XIX. En Haro ya se elaboraba un vino de excelente calidad, pero su transporte a gran escala representaba un enorme desafío. La llegada del ferrocarril en 1863 supuso un punto de inflexión, abriendo una vía directa para que las barricas pudieran llegar a Bilbao y, desde allí, a mercados internacionales.

Casi de forma simultánea, la plaga de la filoxera estaba devastando los viñedos en Francia. En busca de vino de calidad para abastecer sus mercados, muchos bodegueros y comerciantes franceses llegaron a La Rioja. Aquí encontraron la combinación perfecta: una uva excepcional y una infraestructura, el tren, que les permitía exportar fácilmente.

Así, de una manera casi natural, junto a las vías, comenzó a crecer el Barrio de la Estación. Primero se establecieron almacenes y, poco después, las bodegas de los grandes pioneros que forjarían su leyenda, como R. López de Heredia (1877), CVNE (1879) o La Rioja Alta, S.A. (1890). Un legado que, a día de hoy, sigue intacto.

Un barrio que sabe a historia, y a vino

Lo que mola del Barrio de la Estación es que no es un museo. Está vivo: ahí se trabaja, se elaboran los vinos y se reciben a los muchos turistas y amantes del vino que vienen a visitarnos. Es un paseo de apenas unos cientos de metros donde te metes de lleno la historia no solo de La Rioja, sino del vino de Rioja.

A tan solo unos minutos a pie de nuestro apartamento, podrás ver algunas de las maravillas del Barrio de la Estación:

  • La nave de Gustave Eiffel en CVNE: Sí, has leído bien. Antes de levantar su famosa torre en París, el ingeniero Gustave Eiffel diseñó la estructura metálica de una de las naves de CVNE. Incluida como parte de la visitar, podrás ver una joya de la arquitectura industrial que demuestra la mentalidad pionera de la bodega.

  • El pabellón de Zaha Hadid en López de Heredia: Prepárate para el contraste. Dentro de una de las bodegas más tradicionales y legendarias, te toparás con un pabellón futurista diseñado por la arquitecta estrella Zaha Hadid. Es un decantador de vino hecho edificio que une el siglo XIX con el XXI.

  • Los últimos toneleros artesanos en Muga: No todo es arquitectura. En Bodegas Muga todavía puedes ver (y oler) su tonelería propia, donde maestros artesanos construyen y reparan sus propias barricas a mano. Un oficio ancestral que se resiste a desaparecer.

  • Los calaos acceso al Ebro de Roda: Situada en un balcón sobre el río, Roda representa la nueva generación del barrio. Su arquitectura es moderna, funcional y está perfectamente integrada en el paisaje, con unos calados excavados directamente en la roca.

Vamos, un barrio que une el pasado y el presente. Aquí las paredes huelen a vino, a piedra húmeda de calado, a madera de barrica y a secretos de familia. Es el único sitio del mundo con una concentración de bodegas centenarias así. Por eso lo llaman la «milla de oro», aunque para nosotros, los jarreros, nos es más que el barrio de las bodegas y creemos que no te lo puedes perder.

Barrio de la Estación Haro - Zaha Hadid Bodegas Lopez Heredia

Consejos de un jarrero si vas a venir al Barrio de la Estación

Vale, ya estás convencido, pero ahora ¿qué debo saber antes de ir? Tranquilo, que para eso está un anfitrión. Apunta:

  • Sin prisas, por favor: aquí en La Rioja nos lo tomamos con calma. Mi consejo es que elijas dos bodegas para visitar en un par de días. Disfrútalas, pregunta, curiosea y, sobre todo, cata con calma.
  • Reserva, majo: sobre todo si vienes en fin de semana o en puente. Las visitas guiadas buenas se llenan muy rápido, en especial las vacaciones y puentes, y muchas solo ofrecen 20-25 plazas máximo por visita. No te presentes allí a ver qué pescas, que lo mismo te quedas con las ganas.
  • Si no ha conseguido reservar tu vista, no te preocupes, salao: muchas de las bodegas abren sus bares de vino, o como dice mi prima la moderna «wine bar» (idiomas querida!) donde podrás catar nuestros famosos vinos y llevarte una caja para la suegra, que le hará mucha ilusión.
  • Calzado cómodo: Vas a andar por adoquines, a bajar a calados… Deja los tacones y los zapatos de domingo en casa. La comodidad es tu mejor amiga.
  • Habla con la gente de aquí: Si tienes la suerte de cruzarte con un viticultor, un bodeguero, un enólogo o alguien que trabaje allí, pregúntale. Te contará historias que no salen en las guías.
El plan maestro de todo buen catador

Ya has aprendido todo sobre el tempranillo, la fermentación maloláctica, y la diferencia entre crianza y reserva como un experto catador de vino. Ahora, el truco final: ten un apartamento en el centro de Haro al que volver cómodamente andando en apenas unos minutos, sin preocuparte por el coche ni por las horas. Un sitio para relajarte, descansar de verdad e incluso tormarte ese último vinito tranquilamente.