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El arte de ir de pintxos por la Herradura

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La Herradura, conocida así por la forma casi circular que forma sus calles principales, es el casco antiguo de Haro y zona de bares. Todos los fines de semana esta zona a trae a cientos de personas que buscan disfrutar de sus pintxos y el buen vino, y es posiblemente una de mis atracciones favoritas que no te puedes perder. Es la manera más auténtica de descubrir la cultura y gastronomía local, todo ello acompañado de un buen vino.

¿Qué es un pintxo?

Los pintxos, esas pequeñas obras de arte culinarias que hoy adornan las barras de los bares de Haro y del norte de España, tienen un origen tan humilde como ingenioso. Su historia se remonta a mediados del siglo XIX en San Sebastián, cuando los bares comenzaron a servir pequeñas porciones de comida «pinchadas» con un palillo sobre una rebanada de pan. El nombre «pintxo» (o pincho) proviene precisamente de ese palillo que atraviesa y sujeta los ingredientes al pan, diferenciándolo así de la tapa tradicional. Lo que comenzó como una simple forma de sujetar los ingredientes, se convirtió en la seña de identidad de toda una cultura gastronómica.

Con el paso de los años, los pintxos han evolucionado desde sencillas elaboraciones hasta convertirse en sofisticadas creaciones en miniatura. Los clásicos pintxos fríos, como el pintxo de tortilla o el pintxo de txaka, siguen siendo los más populares, pero ahora comparten protagonismo con elaboraciones más complejas e innovadoras. La revolución de la nueva cocina vasca en los años 70 y 80 transformó definitivamente el concepto del pintxo. De ser un simple aperitivo, pasó a convertirse en una expresión de alta cocina en formato miniatura. Los cocineros comenzaron a experimentar con nuevas técnicas y presentaciones, elevando el humilde pintxo a la categoría de arte culinario.

Hoy en día, las barras de pintxos son auténticos escaparates de creatividad gastronómica. Cada pieza representa la fusión perfecta entre tradición e innovación. Los pintxos han ganado muchísima popularidad y están trascendido fronteras, inspirando a cocineros de todo el mundo y adaptándose a nuevas tendencias, como demuestra la creciente oferta de pintxos con influencias de cocina internacional. Esta evolución del pintxo, desde el simple palillo hasta la alta cocina en miniatura, refleja no solo la evolución de nuestra gastronomía, sino también la capacidad de reinventar y elevar las tradiciones más sencillas a nuevas alturas de excelencia culinaria.

¿Cuál es la diferencia entre un pintxo y una tapa?

Aunque a menudo se confunden, el pintxo y la tapa representan dos tradiciones gastronómicas distintas que han evolucionado de forma paralela en nuestra geografía. Mientras que la tapa nació como un aperitivo gratuito que se servía «tapando» la copa de vino para evitar que entraran insectos o polvo, el pintxo surgió como una elaboración que se caracteriza por estar «pinchada» con un palillo sobre una rebanada de pan. Esta diferencia aparentemente simple marca todo un mundo de tradiciones culinarias: las tapas suelen servirse en plato y compartirse entre comensales, mientras que los pintxos son creaciones individuales que tradicionalmente se consumen de pie en la barra del bar.

La otra gran diferencia radica en su elaboración y presentación. Las tapas suelen ser raciones más informales y generosas, pensadas para compartir, desde unas patatas bravas hasta un plato de calamares. Los pintxos, por su parte, son auténticas joyas gastronómicas en miniatura, donde cada pieza es una creación individual meticulosamente elaborada. En una barra de pintxos de Haro encontrarás verdaderas obras de arte culinario: desde el clásico pintxo de tortilla perfectamente cortado y presentado sobre su trozo de pan, hasta sofisticadas creaciones con queso de cabra gratinado o elaborados pintxos fríos que combinan texturas y sabores en perfecto equilibrio. Esta dedicación al detalle y a la presentación individual ha convertido al pintxo en un formato único que va más allá del simple aperitivo, elevándolo a la categoría de alta cocina en miniatura.

La cultura del pintxo en La Rioja

La cultura del pintxo en La Rioja, y especialmente en Haro, representa una fascinante fusión entre la tradición vasca y el carácter riojano. La mítica Herradura se ha convertido en uno de los referentes del pintxo fuera del País Vasco, donde cada establecimiento es un templo gastronómico con su propia especialidad. No es solo un lugar donde ir de pintxos: es una experiencia social, un ritual que forma parte esencial de la vida de los jarreros.

El «ir de pintxos» en Haro tiene su propio código no escrito. A diferencia de otras regiones donde uno puede quedarse en un solo bar, aquí la tradición exige el movimiento, el famoso «chiquiteo» (ir de bar en bar). Cada local de la Herradura es conocido por su pintxo estrella: los pimientos rellenos del Beethoven, los champiñones del Chamonix, la zapatilla de Los Berones… Esta especialización ha creado una ruta gastronómica donde cada parada ofrece una experiencia única, y donde el arte de compartir se convierte en el verdadero protagonista.

Lo que más fascina a los visitantes de la cultura del pintxo riojano es su carácter social. No se trata simplemente de comer: forma parte de nuestro estilo de vida, un ritual de socialización que puede durar horas. Los grupos van rotando de bar en bar, compartiendo no solo pintos, sino también historias y risas. La barra de cada bar se convierte en un escenario donde se desarrolla este teatro gastronómico: los camareros conocen a sus clientes habituales por nombre, las conversaciones fluyen entre desconocidos que comparten espacio y recomendaciones, y los pintxos van saliendo de la cocina en un constante desfile de sabores. Los fines de semana, la Herradula se transforma en un bullicioso festival donde es común ver a tres generaciones de una misma familia compartiendo la experiencia, desde los abuelos que conocen cada rincón hasta los nietos que aprenden el arte del pintxo.

El pintxo-pote: la revolución del pintxo económico 

El pintxo-pote es una de las tradiciones más queridas y populares del norte de España, una fórmula social y gastronómica que ha revolucionado las tardes de muchas ciudades. En su formato más básico, el pintxo-pote consiste en una oferta especial donde por un precio reducido (generalmente entre 2 y 3 euros) se sirve un pintxo acompañado de una bebida (un «pote» que puede ser un zurito de cerveza, un vino, o un refresco).

Esta costumbre, que nació en Guipúzcoa como respuesta a la crisis económica de 2008, rápidamente se extendió por todo el País Vasco y La Rioja, convirtiéndose en un fenómeno social. Los jueves se han convertido en el día por excelencia del pintxo-pote en muchas ciudades, aunque cada localidad tiene su propio día preferido. Durante estas jornadas, las calles se llenan de vida y los bares participantes ofrecen una selección especial de pintxos a precio reducido.

Lo que hace único al pintxo-pote es su capacidad para convertir una simple tarde de entre semana en una celebración gastronómica accesible para todos. Los bares participantes suelen preparar pintxos específicos para la ocasión y, a diferencia de la práctica habitual de pintxos donde cada pieza puede costar entre 3 y 6 euros, el pintxo-pote permite disfrutar de una experiencia similar a un precio más asequible. Esta tradición ha contribuido no solo a mantener viva la cultura del pintxo durante tiempos económicamente difíciles, sino también a crear nuevos espacios de socialización y a revitalizar zonas enteras de las ciudades. El pintxo-pote ha demostrado que la alta gastronomía en miniatura no tiene por qué estar reñida con los precios populares, democratizando así el acceso a una de las tradiciones más características de nuestra gastronomía.

El arte del pintxo: una guía práctica

El ir de pintos tiene sus propios códigos no escritos, y dominarlos puede ser la diferencia entre una experiencia auténtica y sentirse más perdido que un guiri en Soria. En los bares de pintxos de la Herradura, especialmente en temporada alta, saber cómo manejarse es tan importante como saber qué pedir:

1. Saber qué pintxo pedir y cómo pedirlo

En una barra de pintxos tradicional, encontrarás dos mundos paralelos: los pintxos fríos, expuestos tentadoramente en la barra, y los pintxos calientes, que hay que pedir directamente al camarero. Para los pintxos fríos, como un pintxo de txaka o una gilda, el protocolo es sencillo: señalas los que quieres y el camarero te los sirve en un plato. Sin embargo, los pintxos calientes, como unos champiñones a la plancha o un pincho moruno, requieren ser pedidos específicamente.

Un consejo de oro: cuando la barra está llena, evita señalar desde lejos o gritar tu pedido. La técnica correcta es acercarte a la barra, establecer contacto visual con el camarero y, cuando te atienda, pedir de manera clara y concisa. «Un pintxo de txangurro y una Gilda, por favor» suena mucho mejor que «ese de ahí».

2. La etiqueta en la barra

La barra del bar es el escenario principal donde se desarrolla este festín gastronómico, y como tal, tiene sus propias reglas de convivencia. Lo primero que debes saber es que en muchos bares de pintxos no existe el concepto de «mesa reservada». El espacio en la barra es un bien preciado que se comparte con educación, respeto, ¡y sin empujones!

Cuando estés en una barra de pintxos de la Herradura abarrotada, es perfectamente normal compartir espacio con desconocidos. De hecho, estas situaciones suelen dar pie a conversaciones sobre recomendaciones de pintxos o a debates amistosos sobre cuál es el mejor pintxo del local. La proximidad no es invasión, es parte de la experiencia.

3. El momento de disfrutarlo…

La forma correcta de comer un pintxo también tiene su técnica. Los pintxos tradicionales suelen ir sobre una rebanada de pan y estar sujetos por un palillo. La etiqueta dicta que se comen en dos o tres bocados, y es perfectamente aceptable usar el palillo como utensilio. Para pintxos más elaborados, el bar suele proporcionar cubiertos.

Un detalle importante: aunque en muchos bares del Pais Vasco, el número de palillos en tu plato al final de la ronda determina tu cuenta, en Haro no usamos este sistema.

4. …y el momento de pagar

Al terminar, el momento de pagar también tiene sus particularidades. En algunos bares de pintxos más tradicionales, el sistema sigue siendo de confianza: tú dices lo que has consumido y se paga al final de la ronda. En otros más modernos, los camareros llevan la cuenta. Sea cual sea el sistema, la honestidad es la norma no escrita más importante de la cultura del pintxo. Recuerda: el pintxo-pote tiene sus propias reglas y precios especiales, generalmente más sencillos y directos que el sistema tradicional. Si estás en hora de pintxo-pote, pregunta primero qué pintxos entran en la promoción para evitar sorpresas. 

Dominar estas reglas no escritas te permitirá disfrutar plenamente de la experiencia de ir de pintxos cuando vengas a la Herradura.

15 consejos para ir de pintxos como un pro

  1. Empieza despacio y explora
    No intentes probarlo todo en el primer bar. La experiencia de pintxos es un «tour gastronómico»: lo ideal es moverse entre varios bares, probando un pintxo o dos en cada uno para descubrir especialidades y ambientes distintos.
  2. Escoge el mejor pintxo
    Fíjate en los pintxos que rotan muy rápido y llevan menos tiempo en la barra, esos tienden a ser los mejores.
  3. Pintxos de temporada
    Pide siempre los pintxos que llevan productos de temporada. En otoño, los pintxos de setas o caza suelen ser especiales, y en primavera, aprovecha los ingredientes frescos como los espárragos trigueros. 
  4. Maridaje
    En Haro, donde el vino tiene tanto protagonismo, aprovecha para probar vinos locales. Verás a la gente local pedir un “chato”, un vino joven de año, pero puedes preguntar al camarero qué vinos de la carta resalta mejor los sabores, ¡la combinación puede marcar la diferencia!
  5. Pide una recomendación personal
    Si no sabes qué pintxo pedir, no dudes en pedir a los camareros que te recomienden algún pintxo. Les suele gustar compartir cuáles son sus favoritos, y puede llevarte a probar especialidades menos obvias.
  6. A tu ritmo
    ¡No es necesario tomarse un vino con cada pintxo! Cada persona tiene su ritmo, y no hay nada malo en saltarse la bebida en una ronda, pedirse una aguita, o reducir el ritmo para no acabar rodando Herradura abajo.
  7. Evita el pringue
    Llevarse pañuelos o toallitas es útil, ya que algunos pintxos pueden ser un poco “pringosos”, y las servilletas de los bares suelen ser mas finas que el papel de arroz. Un palillo de dientes también puede salvarte si optas por pintxos de carne o con salsas.
  8. Que no se rompa la cartera
    Los pintxos suelen costar entre 1,5€ y 3,5€, pero hay variaciones según el lugar y los ingredientes. Es útil preguntar por el precio antes de pedir para evitar sorpresas, sobre todo si te tientan los pintxos más elaborados o con ingredientes mas finos como el foie.
  9. Cuando se va en grupo
    Si sales como parte de un grupo, es costumbre que cada persona pague una ronda. Esto te da la oportunidad de probar pintxos en varios sitios diferentes y solo te tienes que preocupar de pagar una vez.
  10. Respeta el orden en la barra
    En horas punta puede estar abarrotado, pero en la barra suele haber cierto orden: respeta el turno de los que llegaron antes y mantén un espacio sin bloquear a los camareros.
  11. Prueba nuevos sabores
    Los pintxos son una gran oportunidad para salir de la zona de confort. Anímate a probar combinaciones de sabores que normalmente no escogerías. Es probable que descubras nuevos favoritos.
  12. Cuidado con las salsas
    Algunos pintxos llevan salsas o aliños, así que si no eres fan de ciertos sabores (por ejemplo, el ajo o el picante), pregunta antes de lanzarte a probar.
  13. Los mejores dias
    Definitivamente el fin de semana es cuando los bares de Haro tienen más ambiente y suelen sacar pintxos especiales o nuevos. Entre semana, especialmente en dias laborables, es cuando la oferta es más limitada y no hay tanto ambiente.
  14. Cómo pagar
    Aunque hoy en día la mayoría de los bares aceptan tarjeta, en algunos más pequeños puede que el pago en efectivo sea más rápido, sobre todo en momentos de mucha actividad.
  15. Sé flexible y déjate llevar
    La cultura de pintxos es relajada y social; a veces puedes empezar con una idea de qué quieres probar y terminar en un lugar completamente diferente. Disfruta de la espontaneidad del momento, habla con otros clientes, y anímate a cambiar de plan si te recomiendan un sitio nuevo o un pintxo inesperado. ¡La improvisación suele llevar a los mejores descubrimientos!

Ir de pintxos: experiencia riojana por excelencia

Ir de pintxos es una experiencia cultural única que combina lo mejor de la gastronomía riojana, nuestras tradiciones y el vibrante ambiente de bares y calles llenas de vida. La Herradura, con su encanto especial, ofrece una variedad de bares en los que cada uno aporta su toque personal y especialidad, creando un recorrido gastronómico inolvidable. No importa si eres un aficionado a los pintxos o es tu primera vez, sumergirse en esta tradición es una invitación a disfrutar de la buena comida, la compañía y del buen vino de Rioja. ¡Ven y descubre por qué la Herradura es el lugar perfecto para vivir los pintxos como un auténtico riojano!

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