Si hay una fiesta en La Rioja que hay que vivir al menos una vez en la vida, esa es La Batalla del Vino de Haro. Cada 29 de junio, fiesta de San Pedro, los jarreros madrugan para librar una guerra muy peculiar: una batalla pacífica donde el arma principal es… ¡el vino tinto! Sí, sí, litros y litros de vino de Haro que acaban empapando a todo el que se ponga por delante.
Estas fiestas patronales han sido declaradas Fiestas de Interés Turístico Nacional y, créenos, no es para menos. Desde primera hora de la mañana, el ambiente es una mezcla entre romería, feria y fiesta de pueblo a lo grande. Gente vestida de blanco con pañuelo rojo, mochilas llenas de botellas, botas y sulfatadoras de vino, y, sobre todo, muchas ganas de pasarlo bien. En cuestión de minutos, todo el mundo acaba teñido de morado, con el aroma del tempranillo en el aire y la sonrisa puesta.
Pero, ojo, que esto no es solo una excusa para ponerse fino de vino (aunque alguno lo intente). La Batalla del Vino es historia, tradición y orgullo riojano. Ahora que ya tienes la imagen en la cabeza, sigamos descubriendo cómo empezó todo este sarao…
De romería de peregrinos a fiesta internacional
En los últimos años, La Batalla del Vino ha pasado de ser una fiesta popular con sabor local a convertirse en un evento de fama internacional. Gracias a las redes sociales y a los viajeros en busca de experiencias auténticas, cada vez más extranjeros se animan viajar hasta esta localidad riojana a empaparse de vino en esta peculiar tradición riojana. No es raro escuchar acentos de todos los rincones del mundo entre los participantes, desde ingleses y franceses hasta australianos y japoneses que han cruzado medio planeta solo para vivirlo en primera persona. Además, medios de comunicación y blogs de viajes han puesto el foco en esta fiesta única, destacándola como una de las fiestas populares más locas y divertidas de España. Al final, entre el buen vino, el ambiente festivo y la hospitalidad riojana, muchos visitantes acaban volviendo año tras año… ¡y recomendándolo a todo el que se deje convencer!
El día de la Batalla
El día de La Batalla del Vino empieza bien temprano, porque aquí no se viene a dormirse en los laureles. Sobre las 7 de la mañana, la gente empieza a reunirse en la Plaza de la Paz, en el centro de Haro, todavía vestidos de blanco y con el pañuelo rojo al cuello, listos para la batalla. Las cuadrillas, peñas y visitantes van calentando el ambiente entre risas, cantos y alguna que otra bota de vino tempranera. Se puede ir en autobús gratuito que organiza el ayuntamiento, pero lo tradicional es hacerlo andando o subirse a los tractores con remolques que algunas peñas preparan, donde ya empieza la fiesta.
Una vez en los Riscos, sobre las 8:00, se celebra una misa en honor a San Felices de Bilibio en lo alto de la ermita. No te preocupes si no eres de madrugar para los actos religiosos, porque lo que viene después no necesita mucha fe, solo ganas de fiesta y pasarlo bien. En cuanto termina la misa y el regidor síndico pone el pañuelo a la estatua del santo, se desata la batalla: cubos, botas de vino, botellas, sulfatadoras, pistolas de agua… todo vale en esta batalla campal para mojar a los demás con vino tinto. En pocos minutos, el blanco impoluto de la ropa se ha convertido en un tono morado intenso y el suelo queda pegajoso, pero nadie parece preocuparse demasiado. Se sigue bebiendo, cantando y bailando entre charcos de vino, con el sol ya asomando por el horizonte.
Tras la Batalla, a reponer fuerzas: chuletillas y más vino
A media mañana, hacia las 10:00 o 10:30, cuando la munición de más de 40000 litros de vino se ha agotado (porque, claro, en Haro tenemos vino, pero no es como para derrocharlo, que aquí también se respeta el producto) toca reponer fuerzas. Después de tanta diversión, las cuadrillas y grupos de amigos se reúnen en la campa para preparar parrillas de sarmientos y preparar el almuerzo. El vino, esta vez, del bueno, sigue fluyendo, pero esta para beber y acompañado de platos típicos: unas chuletillas al sarmiento, unos chorizos o morcillas asadas, careta, caracoles… Es un momento perfecto para comentar las mejores jugadas de la batalla, bromear sobre quién ha acabado más morado (de vino, claro) y reponer fuerzas para continuar disfrutando de la fiesta.
Regreso a Haro: más fiesta, vueltas y vaquillas
Una vez de vuelta en Haro, las celebraciones continúan con las tradicionales “vueltas” en la Plaza de la Paz, donde se encuentra nuestro apartamento de alquiler turístico. Los participantes, todavía con la ropa teñida de morado, dan vueltas a la plaza cantando y bailando al ritmo de la música de las charangas.
Para los que todavía tengan energía, la fiesta sigue en la Plaza de Toros, donde a media mañana comienzan las tradicionales vaquillas. Aquí, los más valientes –o inconscientes– saltan al ruedo para intentar esquivar a las reses bravas, mientras el público disfruta del espectáculo desde la grada. Eso sí, después de tanta emoción, lo más probable es que el cuerpo ya pida una siesta o, al menos, un buen descanso antes de seguir con la juerga el resto del día.
Después del ajetreo de la batalla, las vueltas y las vaquillas, este es el momento de disfrutar del vermú, de algún que otro pintxo y de compartir batallitas (nunca mejor dicho) con amigos y desconocidos. El resto del día es un continuo ir y venir por la Herradura donde las peñas siguen con sus charangas y las terrazas están a reventar. Los más valientes aguantarán hasta bien entrada la tarde (o incluso la noche), pero la mayoría ya lleva suficiente vino encima –por dentro y por fuera– como para darse un respiro. Lo que está claro es que, si has vivido La Batalla del Vino, te vas a ir de Haro con una sonrisa en la cara, una camiseta que ya nunca volverá a ser blanca y la promesa de volver al año siguiente.
10 consejos de supervivencia para tu primera Batalla del Vino
Si es tu primera vez en La Batalla del Vino, enhorabuena, estás a punto de vivir una de las fiestas más locas y divertidas de España. Pero, ojo, que esto no es solo ponerse una camiseta blanca y dejarse empapar. Hay ciertas reglas no escritas que te ayudarán a disfrutar la experiencia sin acabar como un turista despistado que no sabe por dónde le vienen las sulfatadoras. Para que no digas que no te avisamos, aquí van 10 consejos de supervivencia para que salgas de la batalla con dignidad (o al menos con ganas de repetir el año que viene).
- VÍSTETE DE BLANCO… PERO SIN APEGO A LA ROPA: Vas a acabar más morado que un racimo de uvas en otoño, así que no lleves nada que te dé pena perder. Camiseta blanca, pantalón cómodo y el clásico pañuelo rojo al cuello. Eso sí, cuando termine la fiesta, no hay lejía conejo que lo limpie y asume que esa ropa ya tiene nuevo color.
- LLEVA CALZADO CÓMODO Y QUE PUEDAS ENSUCIAR: Ni se te ocurra llevar sandalias, chanclas, o tus zapatillas nuevas de marca… Entre la mezcla de vino, tierra y charcos pegajosos, lo mejor es llevar un calzado cómodo y viejo que sea fácil de lavar.
- PREPÁRATE PARA UN MADRUGÓN ÉPICO: Si no eres de los que suelen despertar antes de las 7 de la mañana ni para coger un vuelo de barato de Ryanair, prepárate, porque la Batalla del Vino empieza temprano. De hecho, muchos de los valientes que participan en la fiesta ¡empalman toda la noche! Si llegas tarde, te perderás la subida a los Riscos de Bilibio, que es uno de los momentos más icónicos de la fiesta.
- SED DE BEBER, SÍ, PERO TAMBIÉN DE GUERRA: Aquí no se viene a discutir ni a enfadarse porque te han tirado demasiado vino. Acéptalo: vas a acabar empapado y pegajoso. Así que relájate, sonríe y devuelve el «ataque» con más vino (y buen rollo).
- TRAE TU PROPIA MUNICIÓN: Botellas, botas de vino, cubos o, si quieres jugar en la liga profesional, una sulfatadora de las de toda la vida. No confíes en que otros te mojen, lleva tu propio arsenal para devolver los ataques.
- PROTEGE TUS COSAS (O MEJOR, NO LLEVES NADA VALIOSO): El móvil, si lo llevas, mejor en una funda impermeable o bien guardado, porque el vino no perdona. Y si llevas gafas, cuidado: acabarán más teñidas que las botas de un vendimiador.
- NO HACE FALTA BEBERSE EL VINO DE LA BATALLA: Aunque alguno lo intente, el vino que se usa para la batalla no es precisamente reserva de las mejores bodegas. Mejor guarda la sed para el almuerzo, que en Haro tenemos muy buen vino para beber con gusto.
- APROVECHA LOS AUTOBUSES GRATUITOS: No intentes traer tu coche ya que solo vehículos autorizados pueden subir hasta la batalla. El Ayuntamiento de Haro pone autobuses gratuitos para llevar y traer a los participantes hasta la zona de la batalla, así que ¡súbete sin pensarlo! Son cómodos, rápidos y te evitan tener que caminar bajo el sol o luchar por encontrar sitio para aparcar.
- OJO CON EL SOL Y EL VINO (Y LA COMBINACIÓN DE AMBOS): Entre el madrugón, el vino volando por todas partes y el sol riojano, es fácil deshidratarse o acabar más cocido que un pimiento riojano. Bebe agua de vez en cuando y no olvides la crema solar.
- VÍVELO COMO UN BUEN RIOJANO: Lo más importante: ven con ganas de pasarlo bien, de reírte y de disfrutar de una de las fiestas más loca, desenfrenada y auténtica de España. Y si te gusta, repite el año que viene… que en Haro siempre habrá vino (y ganas de fiesta) para todos.
¿Dónde se celebra la Batalla del Vino?
La Batalla del Vino de celebra en los Riscos de Bilibio, a unos 6 km del centro de Haro. Estos riscos son una serie de formaciones rocosas que se alzan en la Rioja Alta sobre el río Ebro, creando un paisaje espectacular que bien merece una excursión. Pero no solo es un entorno natural precioso, sino que también tienen su importancia histórica, ya que aquí vivió y predicó en el siglo VI San Felices de Bilibio, patrón de Haro, y maestro de San Millán. De hecho, en la cima se encuentra una ermita en su honor, y es precisamente en sus alrededores donde se monta el jaleo cada 29 de junio.

Vive la batalla al máximo... y descansa como un rey
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