Haro ha jugado un papel clave en la historia del vino de Rioja, consolidándose como unos de los grandes epicentros vinícolas del mundo. El desarrollo de la ciudad, y en particular el Barrio de la Estación, ha estado intrínsecamente ligado al de la viticultura y el enoturismo. En este artículo te contamos las raíces vitivinícolas de esta ciudad, la evolución de las grandes bodegas de Haro, y cómo los vinos de Haro ganaron fama mundial en ferrocarril y transformaron Haro en centro del enoturismo de La Rioja.
Haro: una historia escrita con vino
Los orígenes de Haro se remontan a tiempos antiguos, donde la presencia de la cultura romana dejó una huella significativa en la región. Los restos de poblados, necrópolis y artefactos arqueológicos indican que esta zona ya era habitada por pueblos celtíberos antes de la llegada de los primeros romanos. Sin embargo, fue durante la dominación romana que se comenzaron a establecer las bases para el desarrollo agrícola y vinícola que caracterizaría a Haro en el futuro.
No fue hasta el siglo X que la ciudad de Haro se fundó como una villa fortificada en un lugar estratégico en lo alto del cerro del faro que servía como atalaya o «faro» (de ahí su nombre, Haro) para la navegación del río Ebro. Más tarde en 1187, Alfonso VIII de Castilla le otrogó el fuero lo que consolidaba su importancia y desarrollo.
Durante la edad media Haro surge como un importante punto de comercio y la ciudad fue declarada villa en 1451 gracias a su creciente importancia cultural y económica. Esta etapa histórica se vio marcada por la construcción de varias iglesias y edificios que reflejan el estilo gótico y renacentista, como la Iglesia de Santo Tomás de 1512, elementos que aún embellecen la localidad.
A medida que avanzaba la Edad Media, Haro se consolidó como un centro neurálgico para el intercambio de productos, especialmente el vino, que se convirtió en el motor económico de la región. De hecho La Ruta del Vino y los Peces surgió a raiz del intercambio comercial entre las regiones vinícolas del interior y las zonas pesqueras de la costa vasca. Los comerciantes transportaban vino de Rioja hasta los puertos de Bermeo, Lekeitio y Ondarroa, y a su regreso llevaban pescado fresco al interior. Esto explica porqué algunos de los platos típicos riojanos lleven pescado, como es el bakalao a la riojana o los pimientos rellenos de bakalao.
Además, la ubicación estratégica de Haro en el Camino de Santiago del Vasco Interior y otras importantes rutas comerciales permitió que la ciudad se beneficiara de influencias culturales diversas. Durante el Renacimiento, la arquitectura de Haro se enriqueció con elementos mudéjares y platerescos, lo que se tradujo en un patrimonio arquitectónico único.
Evolución de la industria del vino de Rioja
La historia del vino de rioja abarca cientos de años y ha sido marcada por numerosos hitos. Desde la epoca romana, cuando los vinedos comenzaron a florecer, pasando por la devastacion de la filoxera en Francia en el siglo XIX, hasta la llegada del ferrocarril que conectó Haro con Francia en 1892. Cada uno de estos eventos ha contribuido a transformar a Haro en un epicentro vinicola mundial, consolidando su reputacion por la produccion de vinos de alta calidad y su rica tradición vitivinicola. Te contamos su historia:
Vino de Rioja a Roma, pasando por Tarragona
Sabemos, por toda la cantidad de indicios que nos dejaron, que en La Rioja se ha producido vinos durante siglos. Los romanos introdujeron la viticultura en la región y se convirtió en una importante área vitivinícola. Los restos arqueológicos encontrados en Italia, como ánforas hechas en Tritium (la actual Tricio), evidencian la producción y exportación de vino de Rioja a la capital del Imperio Romano.
En cuanto al transporte, es muy probable que el vino producido en La Rioja se transportara a Roma a través de Tarraco (la actual Tarragona), que era una importante ciudad romana y puerto comercial en la costa mediterránea. Hoy en día todavía existen restos de calzadas y puentes romanos que servían como rutas de exportación. Tarraco servía como un punto de distribución y exportación de diversos productos al resto del imperio romano, incluido, por supuesto, el preciado vino riojano.
Filoxera: un pulgón que marcó la historia del vino de Rioja
Fue en un barco que transporataba vides americanas a Francia como se cree que un pequeño pulgón sobrevivió el viaje transoceanico para causar la mayor plaga de filoxera en la historia de Francia. Los barcos de vapor facilitaban el viaje más rápido a través del oceano, lo cual permitió que sobreviviese el traycto. La filoxera atacó las raíces de las vides francesas, dstruyendo una gran parte de los viñedos de Francia, registrandose el primer caso en 1863 en la provincia de Languedoc. Los franceses, grandes consumidores de vino, no se podían permitir perder una parte tan esencial de su cultura y economía. La crisis de la filoxera amenazaba con devastar sus viñedos y, con ello, su producción vinícola.
Con la demanda de vino en constante aumento y la posibilidad de una pérdida monumenta, la búsque de soluciones se convirtió en prioridad nacional. En un golpe de genialidad, los viticultores franceses adoptaron una técnica innovadora: injertaron las vides europeas en portainjertos americanos, ya que las vides americanas eran resistentes a la plaga. Sin embargo, esta solución no fue suficiente para salvar todos los viñedos afectados.
En busca de vides resistentes, los franceses comenzaron una búsqueda por toda Europa que les permitiese salvar su joya de la corona. Y una de las regiones fue La Rioja, donde las vides habían demostrado ser resistentes a la filoxera.
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Barrio de la Estación: salto a la fama mundial
Los franceses habían encontrado su salvacion, pero ahora faltaba poder transportar los cargamentos de vides. Para ello, en 1892 se inauguró la línea férrea que conectaba Francia con Haro para poder transportar las valiosas vides riojanas a Francia. Esta acción, que fue crucial para la recuperación de la industria vinícola francesa, tambien fue el evento que marco el comienzo de una nueva era para la viticultura en la Rioja.
La llegada del tren al Barrio de la Estación no solo facilitó la exportación de vides, sino que tambien impulso la economía local y modernizó el transporte de vino. Las bodegas de Haro vieron un aumento en la demanda y la producción, consolidando a la Rioja como una de las principales regiones vinícolas de España y del mundo. Esta infraestructura ferroviaria permitió que el vino de Rioja llegara a mercados internacionales, abriendo nuevas oportunidades y estableciendo relaciones comerciales. La línea férrea se convirtió en un símbolo de progreso y colaboración entre dos grandes naciones vinícolas.
La evolución vinícola en Haro: del carro al tren
Antes de la llegada del tren a Haro en 1892, la industria del vino en La Rioja era principalmente local y artesanal. Los viñedos eran pequeños y gestionados por familias que producían vino principalmente para consumo propio y para el mercado local. La producción era manual y las técnicas de vinificación eran tradicionales, sin la tecnología avanzada que se utiliza hoy en día.
El transporte del vino se realizaba con carros y mulas, lo que limitaba la capacidad de distribución y comercialización. La falta de infraestructura de transporte hacía que el vino de La Rioja fuera menos accesible para mercados más lejanos, y la región no tenía la misma proyección que tiene hoy en día.
La llegada de esta nueva conexión ferroviaria propició la fundación de las primeras bodegas de Haro (López de Heredia, CVNE, Gómez Cruzado, La Rioja Alta, etc..) en torno a la estación de tren de Haro, zona que ahora se conoce como el Barrio de la Estación. A medida que crecía la demanda de vino, las bodegas de Haro experimentaron un gran crecimiento y comenzaron a exportar sus vinos, ahora, además, internacionalmente. Evidencia de esto es que en la Exposición Internacional de París de 1889 el vino Imperial de CVNE fue galardonado con la Medalla de Oro, lo que hizo que los vinos de Rioja saltasen a la fama internacional.
Nuestras bodegas no solo han sido importantes para el comercio del vino, sino que también son un símbolo de la identidad cultural de Haro. Cuando te animes a visitar una bodega de Haro, que esperamos que sea bien pronto, te darás cuenta de que cada bodega tiene su propia historia, técnicas de producción y personalidad en los vinos, lo que enriquece la cultura vinícola de la región.

Evolución del enoturismo de los últimos años
En la última década, el enoturismo ha experimentado un crecimiento exponencial en Haro. Este auge se debe a la combinación de la riqueza cultural de la región, la belleza del paisaje y, por supuesto, la calidad de sus vinos. Visitar Haro se ha convertido en una experiencia enológica completa, donde los turistas pueden recorrer las bodegas, participar en catas de vino y disfrutar de la gastronomía local.
Las bodegas, en un ejercicio de modernización, han comenzado a ofrecer paquetes turísticos más completos que incluyen visitas guiadas, talleres de cata y maridaje, así como eventos enológicos que celebran la riqueza vinícola de la región. Este enfoque ha atraído a visitantes no solo de España, sino también de todo el mundo, lo que ha beneficiado a la economía local.
La gastronomía también juega un papel crucial en esta experiencia enológica. Los restaurantes de la zona están colaborando con las bodegas para ofrecer menús que maridan perfectamente con los vinos locales. Esto ha dado lugar a festivales gastronómicos que celebran la fusión de sabores y la tradición culinaria de La Rioja, convirtiendo la visita a Haro en un viaje sensorial que deleita tanto a los amantes del vino como a los aficionados a la buena comida.
Haro: emblema turístico en el corazón de La Rioja
Más allá de su reputación como capital del vino, Haro se ha consolidado como un centro turístico que atrae a miles de visitantes cada año. La ciudad cuenta con un atractivo histórico y arquitectónico que complementa su oferta vinícola. Las fiestas populares, como las fiestas de San Juan y la famosa Batalla del Vino, son eventos que celebran la cultura local y atraen a turistas ansiosos por experimentar la autenticidad de la vida en Haro.
Al caminar por las calles empedradas de Haro, se pueden encontrar encantadores rincones llenos de historia y tradición. Los visitantes pueden disfrutar de una variedad de restaurantes y bares de pintxos que destacan los productos locales, todo acompañado de un buen vino de la región, por supuesto.
Además nuestra rica gastronomía, Haro ofrece una amplia gama de actividades al aire libre que permiten a los turistas explorar la belleza natural de La Rioja. Los senderos que rodean la ciudad son ideales para el senderismo y la bicicleta de montaña, brindando vistas espectaculares de los viñedos y las montañas circundantes. Durante la primavera y el otoño, la paleta de colores de los viñedos es un espectáculo que no se puede perder, atrayendo a fotógrafos y amantes de la naturaleza por igual.
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